Monday, May 30, 2011

Primero fue una polera rayada
luego unos audífonos de espuma
una caja de zapatillas llena de dibujos
y cartas escritas en hojas rasgadas de cuadernos .

Las uñas recién pintadas golpeando las teclas del computador.
Algo entre dientes con la mandíbula apretada.
Tal vez una canción o un poema de esos que se aprenden en la infancia
y uno nunca los olvida
Como
"Que linda en la rama la fruta se ve,
si lanzo una piedra tendrá que caer".


La noche estaba tibia
afuera la gente andaba con polera;
poleras rayadas, floreadas, fluorescentes
y audífonos.

-¿Que música escuchaban ellos?-
En el cuarto el frío congelaba
y aun nada que decir.

Osea todos esos balbuceos de niña enrabiada
de mear parada y las manos teñidas con el cigarro de filtro corriente,
se esfumaban sobre las murallas, dando vueltas como
los mapas de sus paradigmas y las supuestas imposibilidades
entre el humo
y el perfume de tu aliento.

Una memoria de palabras dichas,
palabras sonoras y redundantes
párrafos retóricos y rimbombantes
del cerebro que se quema de tanto pensar,
pensar en sentir.
Volver a sentir.


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