Jack Kerouac
Vuelvo a recaer en aquel hombre, de hecho simpre recaigo en él, no importa cuán alejada esté de aquella jovencita que descrubrió a los beatnicks y le dió un nuevo sentido a su vida. Recaigo en èl y se queda pegado a mí. Abrí los oìdos muy temprano a sus palabras y a sus experiencias, voy en su tercer libro y entro en una nueva etapa, de nuevo influenciada por él. Es que somos almas similares buscamos cosas hermosas en los prados del olvido, nadamos en la supreficie cuando añoramos el fondo, rezamos en silencio y cantamos a gritos. Nos movemos en la quietud a medida que todo se despeja. Me lo imagino y veo sus ojos claros (siempre muero por un par de azules), su pelo oscuro, su cabeza grande y su cuello firme. Sus manos asperas y grandes, curtidas por el trabajo duro, el frío, la itinerancia; apretando las teclas de una máquina sentado en el suelo con las piernas cruzadas a lo indio, frente a una imagen de Buda, tal como aprieto hoy yo las teclas de este computador, mirando hacia la pantalla que lo tiene a él como fondo.
Jack y yo ya no estamos locos por la locura, él se va a recorrer el desierto y yo queriendo lanzarme a la ciudad. Jack no se resiste a una garrafa con sus amigos, yo muero por una piscola con los míos. Meses de celibato y la mirada como compañía.
Eso no quiere decir que somos almas gemelas, lo nuestro no podría ser, somos seres solitarios en busca de grandes razones para vivir. Sabemos que Toda vida es dolor.
1 comment:
locos por la locura..somos muchos y siempre puedes contar con nostros para esa piscola en la cuidad.
Post a Comment