Le dijo adiós en voz baja y guardó la frase en el bolsillo trasero del pantalón. Lo dejó sobre la silla tal como estaba, y lo ordenó un poco más porque estaba mas arrugado que de costumbre. Pretendió seguir dormida y se acurrucó casulamente sobre la cama dándole la espalda a la puerta sobandose la piel que va dando y que la avergonzaba. Se escuchaba la ducha del contiguo cuarto y cuando sintió la llave cerrar, cerró tambien los ojos. La proxima vez no me equivocaré, murmuró arreglándose el pelo.
Él dejó correr un poco de agua para que se llevara sus rastros púbicos, no quería ensuciar la pulcritud de baño de mujer, que brilla de limpio, pensó. La llamaré se repetía, la llamaré; mientras se secaba el cuerpo con una toalla suave con flores desteñidas, se miró al espejo y se sintió bien, era el mismo y nada había perdido. Se rocío las axilas con desodorante de mujer y salió tras el vapor de baño. La miroóy recogió a hurtadillas, todas sus pertenencias. No volvería por su reloj, ni por su puto polerón favorito.
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